El durísimo contrato prenupcial que obligaron a firmar a Kate

Aunque se trate a todas luces de un casamiento por amor, no sólo los sentimientos están en juego en este enlace. Y ninguna precaución es suficiente para los Windsor, una dinastía real que ya ha estado bajo escrutinio de los medios del mundo por divorcios escandalosos.

En público, y frente a millones de espectadores de todo el mundo, Kate sólo prometió "amar, reconfortar, honrar y cuidar" al príncipe William. Pero, según el diario alemán Bild, la prometida de William ha firmado un contrato prenupcial preparado por el estudio de abogados Spears de Londres cuyas cláusulas no fueron inspiradas por la igualdad entre los sexos. O entre las clases sociales.

La casa real no lo ha confirmado, pero casi todos los expertos en la materia están convencidos de que es cierto. Antoine Michelland, un especialista en familia real inglesa, dijo a France Soir que, en caso de haber un contrato, nunca será hecho público.

El recurso de un contrato prenupcial no es una práctica común en Gran Bretaña, a diferencia de lo que sucede en los Estados Unidos. Sólo existe desde el año pasado. "En el siglo XXI, es una necesidad para toda pareja que vive en la escena pública", dijo a la agencia AP el abogado James Stewart, especialista en divorcios, que asesoró a Madonna y a Guy Ritchie.

"En toda la historia de la monarquía, nunca hubo contrato prenupcial -aseguró Christopher Anderson, autor de William and Kate: A Royal Love Story-. Para la familia real, el divorcio era algo improbable, hasta que el casamiento de la hermana de la reina, la princesa Margaret, acabó en divorcio". Desde entonces, tres de los cuatro hijos de la reina se han divorciado: Carlos, Andrew y Anne. Ninguna precaución estará de más.

Pero las cosas no son tan graves como en el pasado. En caso de ruptura, Kate no perderá la cabeza, como su antecesora Catherine Howard -una plebeya que desposó al rey de Inglaterra en el siglo XVI-, pero sí el título, las residencias palaciegas y, más duro aún, los hijos que hayan engendrado.

Según el Bild, Princess Katherine volverá a ser de inmediato Kate Middleton, perderá el derecho a residir en cualquiera de las moradas que haya compartido con William y no podrá reclamar ni un centavo del patrimonio de su esposo, que hoy asciende a 13 millones de libras esterlinas, pero que, cuando muera su abuela, se engrosará con una parte de su fortuna, estimada en 325 millones de libras (unos 530 millones de dólares).

Como cualquier otra divorciada de un hombre de buen pasar que ha firmado un contrato prenupcial, ella sólo recibirá una suma inicial y una pensión, cuyo monto variará según su comportamiento. Por ejemplo, si decide volver a casarse, el monto del subsidio descendería.

Una sola excepción a este rigor: Kate habría reservado para sí y para sus padres el derecho de visita sin límite a sus hijos.

Pero no tendrá la posibilidad de una revancha a lo Lady Di, quien se dio el gusto de ventilar en televisión la triste realidad de su matrimonio sin amor, ni de llevarse, como ella, una jugosa indemnización (17 millones de libras esterlinas o 28 millones de dólares). Su rico futuro esposo le hizo firmar que no podrá revelar nada de la intimidad del matrimonio bajo pena de multa millonaria.

Middleton no es la primera plebeya que renuncia a derechos al casarse con un monarca. Años atrás, las mismas exigencias le fueron impuestas a la actriz Grace Kelly para desposar al príncipe Rainiero de Mónaco: en caso de divorcio, los hijos quedarían con el padre. Más cerca en el tiempo, también la argentina Máxima Zorreguieta tuvo que firmar un contrato prenupcial para poder casarse con el heredero del trono de Holanda. Ella renunció a su ciudadanía, prometió educar a sus hijos en la religión del esposo -que no es la suya- y, en caso de divorcio, perderá la tenencia.

Como dijo el abogado Stewart, al casarse con William, "Kate se une a una familia apodada ’La Firma’ en la cual cada empleado está sujeto a una cláusula de no divulgación".

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